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    Adiposidad abdominal: 3 técnicas eficaces para reducir la grasa visceral

    La adiposidad abdominal es un problema estético y funcional que afecta a una buena parte de la población, ya sean hombres o mujeres, independientemente de su edad.

    Se trata de una acumulación de tejido adiposo que se deposita a lo largo de los flancos (los famosos michelines) y en la zona abdominal y que, si no se trata, además del efecto antiestético, representa un factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y diabetes.

    Principalmente, este problema se debe a una dieta incorrecta, combinada con un estilo de vida poco saludable y poca actividad física, factores que, si se descuidan, agravan aún más la afección.

    Su enfoque es multidisciplinar y requiere la intervención del nutricionista en combinación con tratamientos estéticos o médico-estéticos (según la condición de partida).

    En todos los casos, partimos de un análisis de la adiposidad local mediante el uso de la termografía de contacto, una tecnología especial basada en el uso de placas de cristal líquido microencapsulado, que permite identificar las capas de grasa subcutánea mostrándolas a través de imágenes en color de alta resolución: de esta forma es posible distinguir la adiposidad blanda de la adiposidad endurecida para establecer el tratamiento más adecuado.

    Al tratarse de un examen no invasivo y sin contraindicaciones, puede realizarse varias veces a lo largo del tiempo para ver toda la evolución del tratamiento.

    Una vez realizado este análisis y establecida la dieta correcta con el nutricionista, se puede pasar a tratamientos como:

    • criolipólisis: disponible en versión estética y médico-estética, se basa en el principio de la congelación, es decir, llevar la zona tratada a temperaturas cercanas a cero. De este modo, se activa un proceso de apoptosis celular que conduce a la muerte de las células grasas, que son expulsadas a través del sistema linfático.
    • laserlipólisis: una liposucción no invasiva basada en el uso de un láser de alta frecuencia que disuelve, de forma selectiva y a través del calor emitido por el láser, las células grasas. Este tratamiento también está indicado para la laxitud de la piel.
    • Cavitación ultrasónica: mediante el uso de ultrasonidos, las células grasas son implosionadas, desintegrándose gradualmente y sin dolor, para luego ser expulsadas a través del sistema linfático.

    Todos ellos son tratamientos eficaces y mínimamente invasivos que permiten, de forma inmediata, la vuelta a las actividades cotidianas normales. Para los tres, se recomienda encarecidamente una hidratación adecuada para el período siguiente, con el fin de facilitar la eliminación de todas las toxinas acumuladas.

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